Quizá creas que tu relación con Dios y con su Iglesia forman parte del pasado. No conozco tu situación particular, pero quiero que me acompañes para desenredar los motivos por los que decidiste dejar todo atrás. ¿Fueron las circunstancias? ¿Motivos personales? ¿Fracasos? ¿Malas decisiones?

¿En qué fallamos como pastores y como iglesia?

¿Qué motivó tu rechazo a la comunión? ¿Qué razones personales te movieron de donde estabas? ¿Qué sucedió en tu vida que la llama se apagó?

Son muchas preguntas que quiero que contestemos juntos. El deseo de Dios sigue vigente para vos:

“Yo esperaré hasta que vuelvas” Jueces 6:18.

¡Serás bienvenido!